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El texto, escrito por Gustavo Rojas Ayala el 20 de Noviembre de 2024, presenta los resultados de la primera edición de la encuesta PULS en México, realizada en alianza con Global School Leaders por Mexicanos Primero. El texto analiza la situación de los directivos escolares de la educación pública en México y la compara con otros siete países de América Latina, enfocándose en la formación, el estrés laboral, el uso de la tecnología y la implementación de la Nueva Escuela Mexicana.

Resumen:

• La encuesta PULS, realizada por Mexicanos Primero y Global School Leaders, revela que solo el 43% de los directivos escolares en México recibieron formación profesional en el último año, el porcentaje más bajo entre los siete países de América Latina estudiados (Brasil tuvo el porcentaje más alto, con 82%).
• Los directivos en América Latina, incluyendo México, dedican dos tercios de su tiempo a tareas administrativas y solo un tercio a tareas pedagógicas, lo que contribuye a altos niveles de estrés (48% en México).
• Existe una falta de infraestructura tecnológica básica en muchas escuelas mexicanas, coincidiendo con la campaña #LoBásicoNoEstáGarantizado de Mexicanos Primero. Además, se identifican brechas de acceso a internet y dispositivos en los hogares de los estudiantes.
• Un alto porcentaje de directivos en México (55%) no está familiarizado con la inteligencia artificial, una cifra superior a la de otros países como Chile y Ecuador, pero similar a Brasil. La formación en habilidades tecnológicas para directivos mexicanos también es baja (35% nunca recibió formación).
• A pesar del aparente rezago en la adopción de tecnología educativa, la mayoría de los directivos mexicanos (96%) creen que la tecnología facilita la enseñanza y el aprendizaje.

Conclusión:

El texto de Gustavo Rojas Ayala destaca la necesidad urgente de mejorar la formación de los directivos escolares en México, especialmente en el ámbito tecnológico, para afrontar los desafíos de la Nueva Escuela Mexicana. Los resultados de la encuesta PULS 2024, aunque revelan preocupantes deficiencias, también muestran una actitud positiva hacia el potencial de la tecnología en la educación, dejando abierta la posibilidad de un futuro optimista, aunque condicionado a la implementación de políticas efectivas.