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La presidenta Claudia Sheinbaum descalificó la marcha del 15 de noviembre como una manifestación de la derecha financiada por bots, a pesar de que se implementaron medidas de seguridad y se reportaron miles de asistentes.
El asesinato de Carlos Manzo en Uruapan se convirtió en un punto de inflexión para la administración de Claudia Sheinbaum, generando una crisis de seguridad y legitimidad que se intentó mitigar a través de operaciones de control de daños y deslegitimación de protestas.
La marcha no representa el fracaso total de la 4T ni una nueva esperanza revolucionaria, sino un reclamo directo para que el gobierno cumpla su función de resolver el problema de la inseguridad.
La violencia en la Plaza de la Constitución alcanzó niveles sin precedentes, con un enfrentamiento de dos horas entre la policía y un grupo armado.
La manifestación, que reunió a miles de personas en México, se centró en la inseguridad, la violencia y las críticas al régimen obradorista, generando un fuerte descontento social que se reflejó en las redes sociales.
La autora argumenta que el concepto de "pueblo" se ha convertido en un arma política para despojar de ciudadanía a quienes no se subordinan al poder.