Este texto de Ángel Leyva, Director de Investigación en Mexicanos Primero Sinaloa, publicado el 4 de diciembre de 2024, describe la grave situación de inseguridad en Culiacán, Sinaloa, y su impacto devastador en la educación. El autor argumenta que la violencia generalizada está afectando profundamente la vida escolar y el bienestar de los estudiantes, docentes y directivos.
Resumen:
La inseguridad en Culiacán está creando un ambiente de miedo y violencia que afecta directamente la educación. Los estudiantes viven con el temor constante de enfrentamientos armados y agresiones en su camino a la escuela y a casa.
A pesar de los anuncios oficiales de un plan de recuperación de aprendizajes y un regreso a la presencialidad, la realidad es que la inseguridad persiste y los esfuerzos para proteger a los estudiantes son insuficientes.
La falta de confianza en las autoridades se debe, en parte, a informes optimistas que no reflejan la realidad de la situación.
La violencia ha transformado algunas escuelas en espacios de miedo, donde los estudiantes deben esconderse para protegerse. Esto genera ansiedad, depresión, estrés y desconfianza, afectando su aprendizaje y bienestar emocional.
Docentes y directivos también sufren las consecuencias de la inseguridad, enfrentando presión y estrés mientras intentan enseñar en condiciones adversas. Sienten que las autoridades educativas han minimizado la gravedad de la situación.
La sociedad sinaloense está cansada de vivir con miedo y exige que las autoridades garanticen entornos seguros para que los estudiantes puedan acceder a una educación sin interrupciones.
Conclusión:
La inseguridad en Sinaloa, particularmente en Culiacán, representa una "nueva pandemia" que agrava la crisis de aprendizaje y la desigualdad educativa.
Es fundamental que las autoridades tomen medidas efectivas para garantizar la seguridad en las escuelas y proteger el derecho a la educación de los niños, niñas y jóvenes.
La sociedad debe seguir exigiendo acciones concretas para que las trayectorias educativas de los estudiantes no se vean interrumpidas y puedan desarrollarse plenamente.
La falta de confianza en las autoridades educativas debe ser atendida con transparencia y acciones que demuestren un compromiso real con la seguridad de la comunidad escolar.