¿A costa de qué?

Este texto analiza las consecuencias del nuevo formato de la Champions League 24-25, implementado por la UEFA, centrándose en los aspectos positivos y negativos que se han observado en las primeras jornadas del torneo. El autor argumenta que el aumento del espectáculo, aparentemente positivo, se debe a factores negativos como la saturación del calendario y la priorización de intereses económicos sobre los deportivos.

Resumen

• El nuevo formato de la Champions League, con 100 partidos adicionales y la eliminación de la fase de grupos, buscaba un mayor equilibrio competitivo y entretenimiento según la UEFA.
• Los resultados abultados de las primeras jornadas, inicialmente interpretados como un aumento del espectáculo, son en realidad consecuencia de la sobrecarga de partidos en el calendario.

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• La saturación del calendario deportivo afecta el rendimiento de los equipos, obligando a los entrenadores a rotar a sus jugadores o a exigirles hasta el punto de lesionarlos. Equipos como el Real Madrid y el Manchester City se ven afectados por esto.
• El autor argumenta que la UEFA, en su afán de maximizar los beneficios económicos, prioriza la cantidad de partidos sobre la calidad del juego y la salud de los jugadores.
• El aumento de partidos, tanto internacionales como continentales, pone en riesgo la calidad del espectáculo y la integridad física de las grandes estrellas del fútbol.
• El autor concluye que la estrategia de la UEFA ha resultado contraproducente, ya que la sobreexplotación de los jugadores ha llevado a numerosas lesiones y ausencias en las canchas.

Conclusión

El autor critica la decisión de la UEFA de modificar el formato de la Champions League, argumentando que la priorización de los intereses económicos sobre los deportivos ha resultado en un detrimento de la calidad del juego y la salud de los jugadores. El aumento del espectáculo es, según el autor, un espejismo generado por la saturación del calendario y no por una mejora real en la competición. La estrategia de la UEFA, en opinión de Tomás Lujambio, ha resultado ser contraproducente.