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Este texto de Carlos Marín, publicado el 20 de noviembre de 2024, analiza el presupuesto federal mexicano para el próximo año y critica la asignación de recursos priorizando programas sociales sobre educación, ciencia y cultura. El autor utiliza datos económicos y declaraciones de funcionarios para sustentar su argumento.

Resumen:

• Elena Poniatowska, veterana simpatizante de la 4T, lamenta una reducción del 30% en el presupuesto para cultura mexicana.
• El presupuesto federal total asciende a nueve millones de millones 226 mil millones de pesos.
• Se priorizan los programas sociales, considerados cruciales para asegurar votos para la "cuarta transformación".

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• Se destinan seis billones 495 mil millones de pesos a gasto programable, con cuatro billones 549 mil millones para "desarrollo social".
• El crecimiento económico proyectado (2-3%) se basa en la demanda interna impulsada por aumentos salariales, programas sociales (incluyendo uno nuevo para mujeres de 60 a 64 años por 15 mil millones de pesos), inversión pública y privada, relocalización de empresas y mayor acceso al crédito.
• Rogelio Ramírez de la O, titular de Hacienda, destaca la solidez del consumo privado gracias a los programas sociales, ejemplificando con los 483 mil millones de pesos para adultos mayores.
• El gasto en programas sociales (casi un billón de pesos) contrasta con el destinado a inversión física (836 mil 600 millones de pesos), Pemex (464 mil 255 millones) y Comisión Federal de Electricidad (545 mil 471 millones).
• Citibanamex y BBVA México pronostican crecimiento del consumo privado, pero este crecimiento se basa en la demanda interna y no en inversión en educación, ciencia y cultura.
• El autor critica la estrategia de la 4T de repartir dinero para generar consumo sin un crecimiento y desarrollo sustentable, contrastándolo con el modelo de Corea del Sur.

Conclusión:

El texto de Carlos Marín presenta una crítica contundente a la política económica del gobierno mexicano, argumentando que la priorización del gasto social sobre la inversión en educación, ciencia y cultura impide un desarrollo sostenible a largo plazo. Se cuestiona la efectividad de un modelo económico basado en el consumo impulsado por programas sociales, en lugar de una inversión estratégica en áreas clave para el progreso del país.