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Este texto narra la historia de Enrique Velázquez Sánchez, un miniaturista que encontró en su pasión infantil una forma de vida, influenciado por su madre y otros personajes clave en su trayectoria.

Enrique Velázquez Sánchez comenzó a comercializar sus miniaturas hace 15 años.

Resumen

• Lidia Sánchez García, madre de Enrique, fue la primera en reconocer y apoyar su talento desde los 9 años, impulsándolo a comercializar sus creaciones.
• Enrique se dedicó a la cocina en Ciudad de México, pero regresó a su hogar en Ciudad Netzahualcóyotl tras un revés personal, retomando con más fuerza su pasión por las miniaturas.
• Silvia Celida, promotora cultural, lo motivó a valorar su oficio y a profesionalizarlo.

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• Julio Rentería Sandoval, del Museo de Arte Popular en Miniatura (MAPMI) en Zacatecas, se convirtió en cliente y coleccionista de sus obras.
• Actualmente, a los 54 años, Enrique se dedica de lleno a la creación de miniaturas, utilizando principalmente papel y técnicas artesanales.
• Vende sus creaciones en tianguis de la capital y en la Plaza de Artesanías de la calle Doctor Mora, cerca de la Alameda Central de Ciudad de México.
• Sus miniaturas evocan recuerdos y emociones en sus clientes, especialmente las muñecas Lupitas, asociadas a la infancia y la tradición mexicana.
• Ha expuesto su trabajo en el Museo de Arte Popular, donde se exhibe una colección permanente de mariachis en miniatura.

Conclusión

• La historia de Enrique Velázquez Sánchez es un ejemplo de cómo una pasión infantil, apoyada por el entorno y la perseverancia, puede convertirse en una forma de vida gratificante.
• Su trabajo rescata y celebra la tradición mexicana a través de miniaturas que evocan recuerdos y emociones en quienes las adquieren.
• El apoyo de figuras como su madre, Lidia Sánchez García, Silvia Celida y Julio Rentería Sandoval fue fundamental para su desarrollo como miniaturista.