Este texto de Mauricio Meschoulam, escrito el 9 de diciembre de 2024, analiza el rápido colapso del régimen de Bashar el Assad en Siria, explicando las causas internas y externas que contribuyeron a este evento y sus implicaciones para la región y el mundo. El autor destaca la complejidad del conflicto sirio, involucrando a numerosos actores internos y externos con intereses divergentes.
Resumen:
El colapso del régimen de Assad ocurrió en 10 días, debido a una combinación de debilidades internas y externas.
La debilidad interna de Assad se manifiesta en la falta de reconstrucción del país tras la recuperación territorial en 2018, la persistencia de la corrupción y el narcotráfico, y la incompetencia del ejército sirio.
La debilidad de Rusia tras su guerra en Ucrania limitó su capacidad de apoyo a Assad, pasando de una posición de fuerza en 2016 a una más frágil en 2024. Moscú se vio obligada a desviar recursos de Siria.
El debilitamiento de Irán y Hezbollah tras la guerra con Israel fue un factor crucial. La pérdida de mando, arsenal y militantes de Hezbollah impidió su apoyo efectivo a Assad.
El conflicto sirio involucró a múltiples actores internos: el régimen de Assad, apoyado por Rusia e Irán y milicias chiítas (principalmente Hezbollah); y diversas milicias rebeldes "laicas" e islámicas, incluyendo la filial de Al Qaeda en Siria (Tahrir al Sham) e ISIS, con apoyo de potencias regionales como Arabia Saudita, Turquía, Qatar, y Estados Unidos.
Hayat Tahrir al Sham (HTS), anteriormente Frente Al Nusra, lideró la ofensiva que culminó con la toma de Damasco. A pesar de haber declarado su separación de Al Qaeda, mantiene sus metas yihadistas.
El colapso deja un importante arsenal militar sin control.
Conclusión:
El colapso del régimen de Assad marca un punto de inflexión en el conflicto sirio, con implicaciones significativas para la región y el mundo.
La unificación de Siria bajo el liderazgo de HTS representa un desafío considerable, dada la diversidad de actores internos con intereses y agendas conflictivas.
La situación plantea la necesidad de una transición política compleja y la gestión de un arsenal militar considerable dejado por el régimen caído.
El futuro de Siria dependerá de la capacidad de los actores internos para negociar y lograr una coexistencia pacífica, así como de la implicación de actores externos.