Este texto, escrito por Susana Iglesias el 7 de diciembre de 2024, es una reflexión personal sobre la violencia sistémica, la memoria y el poder de la escritura, concretamente sobre la obra y la vida de la escritora Liliana Rivera Garza. El texto combina elementos autobiográficos con una profunda admiración por la figura de Liliana, utilizando metáforas y una prosa poética para transmitir sus ideas.
Resumen:
Susana Iglesias inicia reflexionando sobre la negación de la violencia sistémica, calificándola como una actitud propia de personas sin empatía.
Se centra en la figura de Liliana Rivera Garza, destacando su obra Nadie me verá llorar (reeditada por Andrés Ramírez en Random House), su premio Pulitzer por El invencible verano de Liliana, y su capacidad para desafiar el olvido a través de la memoria.
Describe la obra de Liliana como un espacio de memoria complejo, un lugar donde coexisten secretos, alegrías y muertes, utilizando la metáfora del libro como un sistema de registro.
Enfatiza el poder redentor y protector de la escritura, especialmente para las mujeres, como un escudo contra la violencia.
Menciona su admiración por la comunidad multicultural del Colegio Nacional y su trabajo como escritora.
Describe a Cristina como una persona libre y llena de aire.
Se menciona la ubicación geográfica de Liliana Rivera Garza: nacida en Tamaulipas, renacida en California, y plenísima en Texas.
Se describe la escritura de Liliana como brutal, oblicua y con un estilo único.
Conclusión:
El texto celebra el poder transformador de la escritura como herramienta de resistencia y memoria.
La obra de Liliana Rivera Garza se presenta como un ejemplo de lucha contra la violencia y el olvido.
La reflexión sobre la violencia sistémica sirve como un llamado a la conciencia y a la empatía.
El texto destaca la importancia de la memoria colectiva y la figura de las escritoras como agentes de cambio.