Rank Columnas | Mail o Telegram

Este texto analiza un artículo publicado en Trends in Molecular Medicine por Cota-Romero y Aquino-Jarquín, que aborda la desconexión entre la investigación científica básica y su aplicación práctica en salud pública en México, un fenómeno conocido como el "valle de la muerte". El artículo argumenta que la falta de inversión, regulación ineficiente y la falta de colaboración interdisciplinaria impiden que las innovaciones científicas mejoren la salud de la población mexicana.

Resumen:

• Investigación vs. Aplicación: México tiene una investigación básica sólida, pero la falta de conexión con la aplicación práctica en salud pública (medicina traslacional) limita su impacto. Los investigadores priorizan publicaciones y financiamiento, en lugar de aplicaciones inmediatas. Los médicos clínicos carecen de tiempo y recursos para colaborar.
• Financiamiento y Regulación: El presupuesto para ciencia y tecnología en México es solo el 0.4% del PIB, insuficiente para proyectos ambiciosos. La COFEPRIS y el IMPI necesitan procesos regulatorios más ágiles.
• Infraestructura y Educación: Falta infraestructura, como hospitales universitarios dedicados a la investigación traslacional, y programas educativos en medicina traslacional.
• El Rol de la SCHTI: La nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SCHTI) tiene la oportunidad de priorizar la investigación traslacional, formar talento interdisciplinario, modernizar la regulación y descentralizar la ciencia.
• Impacto en la Salud Pública: Enfermedades como la diabetes, las cardiovasculares y las hepáticas siguen siendo un problema grave en México, muchas de ellas prevenibles con una mejor aplicación de la investigación científica.

Conclusión:

El artículo de Cota-Romero y Aquino-Jarquín, y este resumen, destacan la necesidad urgente de que México invierta en la medicina traslacional para superar el "valle de la muerte". La SCHTI juega un papel crucial en la coordinación de esfuerzos, la asignación de recursos y la creación de un ecosistema que permita que la investigación científica mejore la salud de la población mexicana. Se necesita una mayor inversión, una regulación más eficiente y una colaboración interdisciplinaria para lograr un impacto significativo en la salud pública.