El texto de María Elena Orantes López, publicado el 30 de octubre de 2024 en El Heraldo de México, analiza la lucha por el sufragio femenino en Estados Unidos y México, destacando las similitudes y diferencias en sus trayectorias.
Resumen
En Estados Unidos, la lucha por el voto femenino comenzó en el siglo XIX, impulsada por mujeres obreras que buscaban mejores condiciones de trabajo. El movimiento se consolidó con la Convención de Seneca Falls en 1848, liderado por figuras como Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony. Tras décadas de protestas, el voto femenino se logró a nivel nacional en 1920 con la Decimonovena Enmienda.
En México, la lucha por los derechos de las mujeres comenzó en la segunda mitad del siglo XIX, pero se intensificó durante la Revolución Mexicana. En 1915, se celebró el Primer Congreso Feminista en Yucatán, donde se demandó el derecho al voto. A pesar de las reformas de la Constitución de 1917, el voto femenino se logró hasta 1953 con las reformas de Ruiz Cortines, casi 35 años después de Estados Unidos.
Las motivaciones iniciales para el sufragio femenino fueron diferentes: en Estados Unidos, la búsqueda de mejores condiciones de trabajo, mientras que en México, la participación en la vida política y pública.
A pesar de las diferencias, las mujeres en ambos países enfrentaron obstáculos similares: la idea de que su rol debía limitarse al hogar, la falta de educación y representación política, y las leyes y costumbres que las excluían de la vida pública.
El sufragio femenino fue un paso importante, pero no el fin de la lucha por la igualdad. Se necesita una transformación de los sistemas políticos, sociales y culturales para lograr una igualdad sustantiva que incluya mayor participación política de las mujeres.
Conclusión
El texto de María Elena Orantes López destaca la importancia del sufragio femenino como un hito en la lucha por la igualdad de género, pero también enfatiza que aún queda mucho por hacer para lograr una verdadera igualdad sustantiva en ambos países. La participación política de las mujeres en todos los niveles de gobierno es crucial para avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa.
