Este texto de Santiago García Álvarez, escrito el 8 de diciembre de 2024, analiza la necesidad de fortalecer la cooperación educativa entre México y Estados Unidos en el contexto de las negociaciones del T-MEC y la creciente importancia del nearshoring. El autor argumenta que, a pesar de la relación comercial estratégica entre ambos países, la cooperación educativa se encuentra desequilibrada y subdesarrollada, representando una oportunidad perdida para el desarrollo regional.
Resumen:
El T-MEC de 2026 será un punto crucial para las relaciones entre México y Estados Unidos, pero la incertidumbre política, con el regreso de Donald Trump a la presidencia, genera preocupación.
El TLCAN, precursor del T-MEC, omitió la cooperación educativa, a diferencia de la Unión Europea, que la ha integrado exitosamente a través de iniciativas como Erasmus y los acuerdos de Bolonia.
Existe una brecha significativa en la cooperación educativa entre México y Estados Unidos, con Estados Unidos liderando en educación superior y México mostrando una participación mínima en la colaboración científica y académica.
Los datos muestran un desequilibrio: México recibe poco apoyo de Estados Unidos en educación, y más estudiantes estadounidenses estudian en Costa Rica que en México. Esto se agrava por la disminución del presupuesto educativo mexicano y los recortes de Conacyt.
Existen iniciativas positivas, como las mesas de trabajo del Centro de Estudios México-Estados Unidos de la Universidad de California en San Diego, que proponen soluciones como la flexibilización de planes de estudio y el fomento de programas de doble grado y emprendimiento binacional.
La educación en línea, a través de proyectos COIL, y los acuerdos entre universidades como Cetys y la Universidad de Arizona, así como iniciativas subregionales como Calibaja, ofrecen oportunidades para la colaboración.
La Universidad de Harvard, con su Laboratorio D^3, está involucrando a investigadores mexicanos en el estudio del impacto de la Inteligencia Artificial.
El autor propone un marco de colaboración educativa similar al europeo, con proyectos conjuntos en áreas como el cambio climático, la seguridad y el desarrollo urbano.
Conclusión:
Aunque la inclusión de un capítulo educativo en el T-MEC 2026 parece improbable, el fortalecimiento de la cooperación educativa entre México y Estados Unidos debe ser una prioridad estratégica.
Invertir en educación no solo fomenta el desarrollo económico, sino que también fortalece la identidad y los valores compartidos de la región de Norteamérica.
Se deben impulsar plataformas que promuevan la educación en México para asegurar un futuro próspero y competitivo para Norteamérica.