Este texto de Raymundo Riva Palacio, del 4 de diciembre de 2024, analiza la guerra entre facciones del Cártel de Sinaloa y su impacto en el gobierno de Claudia Sheinbaum. Se destaca la tensión entre la necesidad de combatir la violencia y la herencia política del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Resumen:
La guerra entre las facciones del Cártel de Sinaloa lideradas por los hijos de Joaquín "el Chapo" Guzmán ("Los Chapitos") e Ismael "el Mayo" Zambada, comenzó tres semanas antes de que Claudia Sheinbaum asumiera la presidencia y continúa con alta intensidad.
Entre septiembre y noviembre se registraron más de 500 muertos, numerosos secuestros y balaceras en Sinaloa, generando una profunda crisis económica. La violencia se extiende a lo largo de 220 kilómetros, desde Culiacán hasta Mazatlán.
El gobierno de Sheinbaum, a pesar de la movilización de fuerzas federales como el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes) y la Guardia Nacional, enfrenta dificultades para controlar la situación.
La indecisión presidencial sobre la intensidad de la respuesta militar se atribuye a la influencia de López Obrador y su política de "abrazos, no balazos". La operación del 23 de octubre, que resultó en la muerte de 19 escoltas de Edwin Antonio Rubio "el Max", generó preocupaciones políticas en Palacio Nacional.
El gobernador Rubén Rocha Moya reveló una instrucción para reducir los enfrentamientos entre fuerzas del gobierno y grupos criminales, indicando un retroceso en la estrategia inicial de Sheinbaum.
A pesar de que las milicias leales a Zambada parecen estar ganando terreno, el conflicto no tiene ganadores definitivos y la situación sigue siendo crítica. La violencia se manifiesta con acciones como el uso de drones y la colocación de restos humanos como mensajes.
La inacción de López Obrador ante el inicio de la guerra y su mayor preocupación por la captura de Zambada y otro hijo del Chapo en Estados Unidos, contrastó con la respuesta inicial de Sheinbaum, que luego se vio frenada por presiones políticas.
Conclusión:
La guerra del Cártel de Sinaloa representa un desafío significativo para el gobierno de Claudia Sheinbaum, que se encuentra atrapada entre la necesidad de actuar con firmeza y las limitaciones impuestas por la herencia política de López Obrador.
La situación en Sinaloa es crítica y requiere una estrategia efectiva para restablecer la paz y la gobernabilidad.
La presión internacional, especialmente desde Mar-a-Lago, observa atentamente la respuesta de Sheinbaum a la crisis.
El capital político de tolerancia a la narcopolítica se ha agotado, y Sheinbaum deberá encontrar un equilibrio entre la lealtad a su antecesor y la necesidad de actuar con decisión para controlar la violencia.
El futuro del sexenio de Sheinbaum podría estar estrechamente ligado a su capacidad para resolver este conflicto.