Este texto de Everardo Elizondo, publicado el 16 de diciembre de 2024 en REFORMA, analiza el Producto Interno Bruto (PIB) y sus limitaciones como indicador del bienestar social. Elizondo, con una amplia trayectoria académica y profesional en economía, argumenta sobre la complejidad del PIB y su uso extendido a pesar de sus deficiencias.
Resumen:
El PIB, un concepto relativamente reciente (años 40 del siglo XX), mide el valor de bienes y servicios producidos en un país o región, excluyendo importaciones. Su cálculo es complejo.
El PIB se ha popularizado en medios y discursos políticos como una medida simple del tamaño de la actividad económica y para comparaciones internacionales.
Sin embargo, el PIB presenta limitaciones significativas:
No incluye actividades no mercantiles (labores domésticas).
No considera el daño ambiental de la producción.
No mide la felicidad o bienestar de la población.
A pesar de sus limitaciones, el PIB se utiliza como indicador de bienestar, por ejemplo, el PIB per cápita, ya que se correlaciona con aspectos como la esperanza de vida. Se ilustra con la comparación entre Corea del Sur y Haití, y entre Nuevo León y Chiapas en México.
Se han realizado intentos (como el del presidente Nicolas Sarkozy en Francia en 2008) para crear indicadores alternativos al PIB, pero el PIB sigue siendo el indicador económico dominante. La OECD, por ejemplo, ofrece un índice más complejo, el Better Life Index.
Conclusión:
El PIB, aunque útil para ciertas comparaciones económicas, es un indicador imperfecto del bienestar social.
Su uso como medida de bienestar debe ser cauteloso, considerando sus limitaciones inherentes.
Se necesitan indicadores más completos y multidimensionales para evaluar el progreso y el bienestar de las sociedades.
A pesar de las críticas y los intentos de crear alternativas, el PIB mantiene su posición dominante como indicador económico principal.