Este texto de Héctor Aguilar Camín, escrito el 11 de diciembre de 2024, analiza la casi desaparición y posterior resurrección del culto guadalupano en México durante el siglo XIX, contrastándolo con la situación actual de fervor religioso. El autor utiliza evidencia histórica para narrar este proceso, destacando la influencia de figuras políticas y religiosas clave.
Resumen:
Después de la victoria republicana en 1867, los liberales mexicanos, bajo el gobierno de Benito Juárez, perjudicaron significativamente al culto guadalupano. La capilla del Tepeyac estuvo al borde del cierre por falta de recursos. Juárez, aunque mantuvo la fiesta del 12 de diciembre, permitió la confiscación de bienes del santuario.
En 1880, Tirso Rafael Córdoba lamentó la indiferencia religiosa y la falta de limosnas en el Tepeyac.
A partir de 1884, bajo la presidencia de Porfirio Díaz, se buscó la reconciliación con la Iglesia, incluyendo a figuras como Labastida y Dávalos y José Antonio Plancarte.
Inspirados en la coronación de la Virgen de Lourdes en Francia en 1876, los arzobispos de México, Guadalajara y Morelia solicitaron a Roma la coronación de la Virgen de Guadalupe.
Tras una intensa polémica interna en la Iglesia, la Virgen de Guadalupe fue coronada como Reina y Madre de México el 12 de octubre de 1895, en una ceremonia con la asistencia de numerosos obispos de México, Estados Unidos, Quebec, La Habana y Panamá.
Este evento marcó el renacimiento público de la Iglesia católica en México y el crecimiento exponencial del culto guadalupano hasta su situación actual.
Conclusión:
El texto de Héctor Aguilar Camín muestra la fragilidad histórica del culto guadalupano, a pesar de su actual prominencia en México.
La influencia de figuras políticas y religiosas, así como eventos internacionales, jugaron un papel crucial en la casi desaparición y posterior revitalización del culto.
La coronación de 1895 representa un punto de inflexión en la relación entre la Iglesia y el Estado en México, y en la historia del culto guadalupano.