Este texto de Karen Sack, publicado el 13 de noviembre de 2024, analiza la vulnerabilidad de las comunidades costeras ante la crisis climática y la necesidad urgente de inversión para fortalecer su resiliencia. El artículo destaca la importancia de la colaboración público-privada y la participación de las comunidades locales en la búsqueda de soluciones sostenibles.
Resumen:
Aproximadamente el 40% de la población mundial vive en zonas costeras, regiones cruciales para la economía global (60-70% del PIB mundial) y la supervivencia de numerosas comunidades.
Los eventos climáticos extremos, como los huracanes Beryl, Helene, Milton y la tormenta Daniel, demuestran la creciente vulnerabilidad de estas áreas.
La subida del nivel del mar, la acidificación y el aumento de la temperatura de los océanos, junto con la destrucción de hábitats y la sobrepesca, amenazan la biodiversidad marina y las economías costeras.
La pérdida de manglares y arrecifes de coral causa daños económicos significativos y desplazamiento de poblaciones, especialmente en pequeños estados insulares en desarrollo.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad, la COP29 en Azerbaiyán y la Conferencia de la ONU sobre el Océano (junto con el primer Foro sobre Economía Azul y Finanzas) son plataformas clave para impulsar acciones coordinadas.
En 2023 se emitieron 1 billón de dólares en bonos verdes, sociales y sostenibles, pero la inversión en la regeneración de los océanos y la resiliencia costera sigue siendo insuficiente.
La participación de las comunidades locales, especialmente de los pueblos indígenas, es fundamental para asegurar la eficacia de las inversiones.
La Alianza de Acción para la Resiliencia contra los Riesgos Oceánicos (ORRAA), dirigida por Karen Sack, busca movilizar fondos y colaborar con socios para mejorar la resiliencia oceánica, incluyendo la integración del valor de los activos naturales en los balances de bancos y aseguradoras.
Se necesitan acuerdos intersectoriales para crear una cartera de proyectos aptos para inversión, incluyendo la consideración de los riesgos climáticos en toda la infraestructura, políticas y decisiones de inversión.
La promoción de soluciones basadas en la naturaleza (ej. restauración de manglares y arrecifes) y herramientas como el Índice de Riesgo Costero son vitales.
Se requiere una mayor cooperación público-privada, incluyendo el desarrollo de instrumentos financieros innovadores para reducir el riesgo y atraer inversión privada. La ORRAA se ha asociado con el Development Guarantee Group para este fin.
La próxima Conferencia de la ONU sobre el Océano en Francia y el Foro sobre Economía Azul y Finanzas en Mónaco ofrecen una oportunidad para coordinar esfuerzos y liberar inversiones a gran escala.
Conclusión:
El texto de Karen Sack subraya la necesidad urgente de una acción coordinada y decidida para proteger las comunidades costeras de los impactos de la crisis climática. La colaboración público-privada, la participación de las comunidades locales y la innovación financiera son cruciales para movilizar los recursos necesarios y asegurar un futuro sostenible para estas regiones vitales. Las próximas conferencias internacionales representan una oportunidad clave para impulsar este cambio.