El texto de La Jornada del 14 de Octubre del 2024 analiza las amenazas de Donald Trump de imponer aranceles a los vehículos ensamblados en México.
Resumen
Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, amenazó con imponer aranceles del "200 (por ciento) o 500, no me importa" a los vehículos ensamblados en México, con el objetivo de impedir su importación a Estados Unidos.
Esta amenaza ya se había presentado en la campaña presidencial de Trump en 2016, con el objetivo de obligar a las empresas estadounidenses a trasladar sus fábricas de México a Estados Unidos.
Aunque los vehículos de origen mexicano representan solo el 10% de las ventas totales en Estados Unidos, son cruciales para la supervivencia de Chrysler, Ford y General Motors, que enfrentan una pérdida de mercado frente a marcas japonesas, coreanas, chinas y europeas.
Chrysler tiene siete plantas en México que producen 400 mil vehículos al año para exportación. General Motors produce el 25% de sus productos para Estados Unidos en cuatro fábricas en México. Ford exporta 150 mil unidades al año desde sus cuatro plantas de ensamblaje en México.
Más del 40% de las autopartes que se consumen en Estados Unidos provienen de México, muchas de ellas fabricadas por empresas estadounidenses.
Trump ha dirigido su amenaza arancelaria a los autos chinos fabricados en México, pero las ensambladoras chinas JAC y BAIC no han exportado vehículos a Estados Unidos.
La adopción de medidas proteccionistas contra los productos automotores mexicanos sería perjudicial para México y para la industria automotriz de Estados Unidos, sus consumidores y distribuidores.
La amenaza de Trump se entiende como una estrategia electoral para atraer a sectores sindicales tradicionalmente demócratas y para promover un discurso nacionalista en un momento en que las corporaciones automotrices estadounidenses enfrentan un declive.
Conclusión
El texto de La Jornada destaca la naturaleza demagógica y electoral de las amenazas de Trump contra la industria automotriz mexicana. La imposición de aranceles sería perjudicial para ambos países y no tendría un impacto significativo en la industria automotriz estadounidense.