Este texto, escrito por Marina Zucker-Marques y Kevin P. Gallagher el 1 de octubre de 2024, analiza la necesidad de una reforma en la arquitectura financiera internacional para apoyar mejor a los países en desarrollo.
Resumen
El texto argumenta que los flujos de capital globales hacia los países en desarrollo son procíclicos, lo que significa que aumentan cuando las economías avanzadas alivian la política monetaria y se retraen cuando suben sus tasas de interés.
Se destaca que la crisis de liquidez e insolvencia que enfrentan muchos países en desarrollo es resultado del ciclo de ajuste reciente, iniciado en 2022.
Se menciona que las instituciones de Bretton Woods, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, fueron creadas para brindar apoyo financiero contracíclico a los países en desarrollo, pero actualmente no están funcionando de manera efectiva.
Se propone que la arquitectura financiera internacional debe transformarse para hacer que el FMI, el Banco Mundial y otras instituciones multilaterales sean más grandes, equitativas y menos propensas a la austeridad.
Se enfatiza la necesidad de regular el capital privado para dirigirlo hacia un crecimiento productivo y un cambio estructural en las economías de mercados emergentes y en desarrollo (EMED) durante los períodos de prosperidad.
Se critica la insuficiencia de los recursos del FMI y del Banco Mundial para compensar la retirada del sector privado en las EMED.
Se argumenta que el FMI necesita aumentar su capacidad de préstamo para compensar la desigualdad en la red de seguridad financiera global (GFSN).
Se destaca la necesidad de que los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) tripliquen su financiamiento para alcanzar los objetivos climáticos y de desarrollo.
Se critica la imposición de condiciones de austeridad por parte del FMI en sus programas de préstamo, argumentando que estas medidas no promueven la estabilidad económica.
Se menciona el caso de Kenia como ejemplo de cómo los préstamos del FMI y del Banco Mundial pueden exacerbar las vulnerabilidades de deuda.
Conclusión
El texto concluye que la arquitectura financiera internacional actual no está preparada para enfrentar los desafíos que enfrentan los países en desarrollo. Se requiere una transformación profunda para garantizar que las instituciones multilaterales sean más grandes, equitativas y menos propensas a la austeridad.