Resumen del gasto público de Brasil bajo el mandato de Lula da Silva 🇧🇷💰

Introducción:

La historia económica reciente de Brasil ha sido fluctuante, pasando de ser una economía emergente prometedora a enfrentar recesiones que han disminuido esas expectativas. Luiz Inácio Lula da Silva, tras ejercer el poder entre 2003 y 2010, regresó a la presidencia en 2023 con la promesa de reactivar la economía y expandir los programas sociales.

Sin embargo, a pesar de presentarse como un líder que busca la justicia social, la inclusión y mejores condiciones de vida para los pobres, la aprobación de Lula da Silva ha caído a su nivel más bajo desde el inicio de su mandato, lo cual sugiere que la economía no va tan bien como lo prometió Lula, especialmente en el manejo del gasto público.

La deuda pública de Brasil ya se estima en 88% del PIB a finales de 2024. Todo indica que Lula seguirá con la expansión del gasto social

Resumen:

En el canal de Youtube de Economia y Desarrollo analizan el gasto público descontrolado en el Brasil de Lula da Silva en 2024. En su estudio advierten que cuando las cuentas nacionales no cuadran, aparecen la inflación, el endeudamiento excesivo y la falta de confianza internacional.

A finales de 2024, la deuda pública en Brasil se estimaba en torno al 88% de su PIB, la tercera más alta de Latinoamérica. Esta cifra es preocupante, porque está afectando la percepción de los inversionistas sobre la solidez de su economía.

Cuando el gasto supera a los ingresos, aumenta el déficit y la deuda pública, lo que genera desconfianza en los mercados sobre la capacidad de pago futuro. Esto lleva a un aumento del riesgo país, encareciendo la financiación, y los inversores buscan refugio en divisas más fuertes, lo que deprecia el valor del real. De hecho, el real cayó a su nivel más bajo frente al dólar desde 1994.

Para entender la situación actual, es necesario recordar la primera presidencia de Lula (2003-2010). Durante ese período, Brasil tuvo un crecimiento económico impulsado por los altos precios del petróleo, la soja y el hierro. Lula introdujo programas como Bolsa Familia para reducir la pobreza, pero esto aumentó significativamente el gasto fiscal.

En la segunda presidencia de Lula, aumentó la inversión extranjera debido a la estabilidad macroeconómica. No obstante, el gasto público continuó creciendo, incluso cuando el boom de los recursos naturales terminó. Dilma Rousseff, quien reemplazó a Lula en 2011, profundizó este enfoque, lo que provocó una fuerte recesión en 2014. Dilma continuó la línea de altos gastos de Lula, pero sin los ingresos extraordinarios del petróleo, la deuda pública se disparó para mantener los programas sociales. Como resultado, el país sufrió un déficit fiscal y uno de los peores retrocesos económicos de su historia reciente.

Para su tercer mandato, Lula era consciente de que debía restablecer la confianza con los empresarios nacionales e internacionales. Prometió un programa ambicioso con énfasis en lo social, pero mencionando la necesidad de equilibrar las cuentas públicas. Anunció su intención de combatir el hambre, mejorar la educación pública y aumentar el presupuesto para el sector salud.

Sin embargo, la realidad plantea dos dilemas: es difícil cumplir con un programa social tan amplio sin desbordar las cuentas públicas, y es difícil satisfacer a su base electoral, que exige ayuda social, y a los mercados financieros y organismos internacionales que exigen reducir el endeudamiento. El déficit fiscal se ha duplicado durante los dos años de mandato de Lula, pasando del 4.57% del PIB en 2022 al 9.5% actual. Mientras, otros países suramericanos no superan el 4% en déficit.

A pesar de los dilemas, todo parece indicar que Lula seguirá inclinando la balanza hacia la expansión del gasto social. En una entrevista, Lula afirmó no estar obligado a fijar una meta en cuanto al déficit fiscal. Además, debido a la desconfianza de los inversionistas, propuso combinar un plan de reducción de gastos con una reducción de impuestos a los brasileños con rentas más bajas, lo cual es contradictorio si se quiere reducir el déficit fiscal.

El Ministro de Hacienda culpó a factores externos por la devaluación del real, lo que indica que el Gobierno no planea una reducción de gasto creíble. En definitiva, la administración de Lula parece querer replicar lo que hizo en su primer mandato, cuando el auge de las materias primas le permitía expandir el gasto público sin tensiones inmediatas. Sin embargo, esta vez la situación es más delicada, pues la deuda pública ya era casi del 84% del PIB cuando inició su tercer mandato, y se espera que siga aumentando. Además, Brasil tiene una calificación de "bono basura" que eleva los costos de financiación y reduce la confianza de los inversores.

Conclusión:

  • La administración de Lula está incrementando el gasto público por encima de los ingresos, causando preocupación por la deuda pública y el déficit fiscal.
  • La expansión del gasto social, a pesar de ser una herramienta para consolidar la base electoral de Lula, es un factor que genera la desconfianza de inversores y agencias de crédito.
  • Brasil se encuentra en una situación económica delicada debido al alto endeudamiento y la calificación de "bono basura" lo cual genera menos margen de maniobra para el Gobierno.