Este texto de Ernesto Amador, escrito el 7 de diciembre de 2024, es un emotivo tributo a su amigo y colega, el boxeador Israel Vázquez Castañeda, quien falleció recientemente. Amador comparte recuerdos personales, anécdotas y reflexiones sobre la vida y legado de Vázquez, destacando su valentía en el ring y su humildad fuera de él.
Resumen:
Amador describe el profundo dolor de la pérdida de su amigo Israel Vázquez Castañeda, a quien llama cariñosamente "El Magnífico" y "Figura". Resalta la dualidad de Vázquez: un guerrero implacable en el cuadrilátero y un hombre humilde y tierno fuera de él.
Cita una frase de Carlos Mejía Godoy para ilustrar la personalidad contradictoria de Vázquez, comparándolo con un ser poseído por la furia y la ternura.
Amador recuerda sus experiencias compartidas con Vázquez en Univisión Deportes y otras cadenas, narrando las hazañas de boxeadores que buscaban una vida mejor. Señala que el legado de Vázquez es de Salón de la Fama, a pesar de no ser reconocido en Canastota.
Menciona el reconocimiento que Vázquez recibió de Floyd Mayweather Jr. y Manny Pacquiao en 2015, quienes lo consideraron un "verdadero guerrero".
Amador destaca la fortaleza de Vázquez para superar adversidades, y la importancia de su familia: su esposa Laura y sus hijos Israel Jr., Anthony y Zoe.
Describe su viaje de Las Vegas a Hamburgo, Alemania, para la convención anual del Consejo Mundial de Boxeo, un viaje marcado por la tristeza por la muerte de su amigo. Expresa su dolor y consuelo al pensar que Vázquez está descansando en paz.
Conclusión:
El texto es un testimonio del profundo afecto y admiración de Ernesto Amador por Israel Vázquez Castañeda.
Se destaca la figura de Vázquez como un gran boxeador y un ser humano excepcional.
El dolor de la pérdida se entrelaza con la celebración de la vida y el legado de un hombre que dejó una huella imborrable.