Este texto es una reflexión personal de Mónica Salmón sobre la experiencia de ser madre de un adolescente en la actualidad, contrastándola con la visión idealizada de Virginia Woolf sobre la necesidad de un espacio propio para la escritura creativa. La autora comparte sus desafíos y estrategias para navegar la crianza en el contexto de la hiperconexión y la fragilidad emocional de la "generación cristal".
Resumen:
La autora describe la dificultad de encontrar tiempo para escribir, comparándolo con el ideal de Virginia Woolf de una "habitación propia".
Se centra en los retos de criar a un adolescente en la era digital, destacando la vulnerabilidad de los jóvenes ante las redes sociales y la presión por la imagen.
Mónica Salmón aboga por una crianza con más autoridad y límites claros, contrastando con la aparente fragilidad de la "generación cristal".
Comparte anécdotas personales sobre la imposición de límites a su hijo de diecisiete años, enfatizando la importancia del respeto como obligatorio, aunque el amor sea opcional.
Reconoce la necesidad de un equilibrio entre guiar y dejar ser a los adolescentes, destacando la importancia de la presencia materna por sobre la perfección.
Cita a su amiga Ligia Urroz, quien describe la graduación de la maternidad como un logro significativo.
Conclusión:
El texto invita a la reflexión sobre la maternidad en la era digital y los desafíos de criar adolescentes en un mundo hiperconectado.
Se destaca la importancia de la presencia materna, el establecimiento de límites y la búsqueda de un equilibrio entre guía y libertad para los hijos.
La autora concluye con una pregunta al lector, invitándolo a compartir su propia experiencia en la crianza de adolescentes.
El texto transmite un mensaje de esperanza y resiliencia en el proceso de la maternidad.
