Este texto analiza el secuestro de Ismael Zambada ("El Mayo Zambada"), ocurrido a principios de 2024, argumentando que fue una operación encubierta de Estados Unidos, con la complicidad de Los Chapitos, y motivada por la frustración de las agencias estadounidenses ante las políticas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El autor critica la injerencia de agencias como la DEA, el FBI, y la CIA, y la falta de una estrategia de seguridad nacional efectiva en México.
Resumen:
El secuestro de Ismael Zambada fue una operación de Estados Unidos, con la complicidad de Los Chapitos, para vengarse del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
La operación fue planeada por la DEA, el FBI, la CIA, y el Departamento de Estado de Estados Unidos.
El objetivo era contrarrestar las políticas de López Obrador que limitaron las acciones de las agencias estadounidenses en México.
La operación se vio favorecida por factores internos en México: la falta de un organismo de inteligencia eficaz, la prioridad en la entrega de obras antes del fin del sexenio, la campaña electoral de 2024, y la ausencia de una clara política de seguridad nacional.
En Estados Unidos, la operación se justificó como una estrategia para impulsar la campaña de Joe Biden, quien posteriormente fue reemplazado por Kamala Harris.
La prisa por llevar a cabo el secuestro antes del cambio de candidato en Estados Unidos provocó que los secuestradores dejaran evidencias.
El autor critica la cobertura mediática en México, particularmente en el programa "Tercer Grado", que culpa al gobierno mexicano por la situación en Sinaloa.
El autor propone una mayor presencia de funcionarios mexicanos en medios internacionales para defender las políticas del gobierno.
Conclusión:
El secuestro de Ismael Zambada expone la compleja relación entre México y Estados Unidos en materia de seguridad.
La falta de una estrategia de seguridad nacional efectiva en México contribuyó al éxito de la operación.
Es necesario fortalecer las instituciones de seguridad e inteligencia en México.
La cobertura mediática del evento debe ser más objetiva y contextualizada.
La comunicación efectiva por parte del gobierno mexicano es crucial para contrarrestar la narrativa estadounidense.