Este texto, escrito por Jorge Cuéllar Montoya, titular de la Vocería de Seguridad de Tamaulipas, el 13 de Diciembre de 2024, analiza el impacto de las redes sociales en la percepción de la seguridad pública, particularmente en México, y propone soluciones para contrarrestar la desinformación y el sensacionalismo.
Resumen:
Las redes sociales actúan como un "espejo distorsionado" de la realidad, amplificando la percepción de inseguridad a través de la difusión masiva de videos virales de crímenes, generando un efecto de "omnipresencia del crimen" y exacerbando el "doomscrolling".
Aunque los eventos mostrados sean reales, su frecuencia en las redes sociales puede ser desproporcionada respecto a las estadísticas oficiales, como se ejemplifica con los videos de asaltos en el transporte público.
Los grupos de Facebook y WhatsApp, si bien útiles para alertas inmediatas, también son caldo de cultivo para rumores y alarmas infundadas.
La narrativa en redes sociales tiene implicaciones positivas (denuncia ciudadana) y negativas (pánico colectivo, deslegitimación de instituciones).
Se destaca la responsabilidad de las autoridades, medios de comunicación y plataformas digitales en la gestión de la información. Los gobiernos deben integrar las redes sociales en sus estrategias de comunicación, ofreciendo datos verificables.
Se propone regular los algoritmos que priorizan contenido alarmista y replicar iniciativas de "fact-checking" como las de España.
Los medios deben diferenciar entre informar y alimentar el sensacionalismo.
La ciudadanía debe ser crítica y responsable, evitando compartir información sin verificar.
Conclusión:
La solución al problema de la desinformación en redes sociales requiere un esfuerzo conjunto entre ciudadanos, gobiernos, medios de comunicación y plataformas tecnológicas.
La educación ciudadana y la exigencia de rendición de cuentas basada en hechos, no en emociones, son cruciales.
La transparencia gubernamental y la regulación de algoritmos son medidas necesarias para un entorno informativo más equilibrado.
La colaboración entre "fact-checkers" y redes sociales, como en España, es un modelo a seguir para México.