Este texto de Wenceslao Bruciaga, escrito el 21 de diciembre de 2024, es una reflexión personal sobre la experiencia de los moshpits y cómo estos se relacionan con su identidad y su cuerpo. El autor conecta la experiencia física y emocional de los moshpits con su historia personal, incluyendo su descubrimiento de la homosexualidad y su lucha contra problemas de salud.
Resumen:
El texto inicia con una cita de Billy Ansel en la novela The Sweet hereafter de Russell Banks, estableciendo el tema del duelo y la pérdida irreparable.
Bruciaga describe su último moshpit en un concierto de Social Distortion en el Fillmore de San Francisco, como un evento que marcó el fin de una era en su vida.
Recuerda sus primeros moshpits, o "slams", en México en los noventa: uno con Front 242 en el Ángela Peralta del entonces Distrito Federal, y otro con La Cuca en la Plaza de Toros de Torreón.
Describe la experiencia de los moshpits como una mezcla de placer físico, riesgo y liberación, conectándolos con su descubrimiento de su homosexualidad.
Menciona otros conciertos y bandas importantes en su experiencia con los moshpits, incluyendo Maldita Vecindad, Nezahualcóyotl, Babasónicos, Rancid, Descendents, Primal Scream, The Jesus and Mary Chain, Dinosaur Jr. y Fishers.
Reflexiona sobre su salud física y su predisposición genética a problemas de espalda, que finalmente limitaron su capacidad para participar en los moshpits.
Describe su admiración por Mike Ness y Social Distortion, conectando su música con sus propias experiencias emocionales.
El último moshpit se presenta como una pérdida física y emocional significativa para el autor.
Conclusión:
El texto es una exploración íntima de la identidad personal a través de la experiencia física y emocional de los moshpits.
La pérdida del último moshpit simboliza el fin de una etapa importante en la vida de Bruciaga, marcada por la exploración de su sexualidad y la aceptación de sus limitaciones físicas.
La escritura de Bruciaga es una mezcla de nostalgia, reflexión y aceptación de la pérdida.
El texto utiliza la experiencia de los moshpits como metáfora de la vida, la pérdida y la aceptación de la propia identidad.