Este texto de Carlos A. Pérez Ricart, publicado el 12 de diciembre de 2024, analiza la discrepancia entre la narrativa de transformación del gobierno federal mexicano y la realidad de la justicia en el país, utilizando el caso de Joaquín Hernández Galicia ("el quinazo") como analogía. El autor reflexiona sobre la necesidad de congruencia entre las acciones del gobierno y la imagen que proyecta.
Resumen:
Se compara la situación política actual con el "quinazo" de 1989, donde la detención de Joaquín Hernández Galicia representó una ruptura con el pasado.
Se cita a J.S. Migdal, quien argumenta que la legitimidad del Estado depende de la congruencia entre las imágenes (representaciones ciudadanas) y las prácticas (acciones institucionales).
Se mencionan casos como la cancelación de la orden de aprehensión contra Miguel Ángel Yunes Márquez, el voto 86 a favor de la reforma judicial, y la foto de Jorge Luis Lavalle con Layda Sansores, como ejemplos de la brecha entre la narrativa gubernamental y la realidad.
Se critica la invitación presidencial a Rutilio Escandón y Cuitláhuac García, gobernantes con acusaciones de corrupción, como una muestra de la disonancia entre discurso y acciones.
Se utiliza la novela "Morir en el Golfo" de Héctor Aguilar Camín y el personaje de Lázaro Pizarro para ilustrar la naturaleza cíclica de un sistema que eleva y destruye personajes a conveniencia. Se mencionan los lemas "El que sabe sumar sabe dividir" y "Romper para crear".
Se hace referencia a la historia romana y a Lucio Junio Bruto para ejemplificar la necesidad de castigo para mantener la unidad y la estabilidad.
Se propone que un "quinazo" de la Presidenta Sheinbaum debe ser un acto de precisión para alinear las prácticas con las imágenes, no un acto de venganza o simple golpe de efecto.
Conclusión:
La congruencia entre el discurso y las acciones del gobierno es crucial para mantener la legitimidad.
La falta de congruencia puede generar una brecha entre las expectativas ciudadanas y la realidad, debilitando al Estado.
Un "quinazo" estratégico puede ser necesario para restablecer la confianza y la unidad, pero debe ser un acto de justicia, no de venganza.
La situación política actual requiere acciones contundentes para alinear las prácticas con la narrativa de transformación.