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Este texto del columnista invitado Fadlala Akabani, publicado el 3 de noviembre de 2024, analiza las implicaciones de la elección presidencial estadounidense en la política exterior, particularmente en relación con los conflictos en Europa del Este, Oriente Medio y las relaciones con China. El autor argumenta que las decisiones de la administración estadounidense, independientemente del ganador, están fuertemente influenciadas por poderosos intereses económicos que operan por encima de la política partidista.

Resumen:

• Donald Trump, a pesar de su retórica a favor de una solución negociada en Europa del Este y sus críticas a Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, tiene un historial de apoyo a las políticas israelíes, incluyendo el reconocimiento de la anexión de los Altos del Golán y la no consideración de la ocupación del West Bank como ilegal. Su promesa de ignorar la crisis humanitaria en Gaza busca asegurar el apoyo financiero de la élite sionista.
• Kamala Harris, aunque se presenta como una alternativa a Trump, comparte una postura similar en cuanto al apoyo a Israel, reflejando la existencia de acuerdos bipartidistas en la política exterior estadounidense.
• El autor argumenta que el sistema político estadounidense limita el surgimiento de alternativas políticas reales, como lo demuestra la dificultad de Bernie Sanders para acceder al poder.
• Se destaca la influencia de poderosos lobbies económicos, como JPMorgan Chase, en la definición de la política exterior estadounidense, especialmente en relación con Israel, priorizando sus intereses financieros sobre las consideraciones humanitarias. La industria armamentística también se beneficia de los conflictos bélicos.

Conclusión:

El texto de Fadlala Akabani concluye que la política exterior estadounidense, particularmente en relación con Israel y los conflictos internacionales, está determinada en gran medida por poderosos intereses económicos que trascienden las diferencias entre los partidos Demócrata y Republicano. La elección presidencial, por lo tanto, tiene un impacto limitado en la dirección general de la política exterior estadounidense, ya que las decisiones clave están influenciadas por una agenda impulsada por el poder económico.