Este texto de Alfredo Jalife-Rahme, del 24 de Noviembre de 2024, analiza el cambio de rumbo en la política energética de Estados Unidos tras la victoria de Donald Trump, y sus implicaciones geopolíticas en el contexto de la lucha contra el cambio climático. El autor argumenta que el triunfo de Trump representa un retroceso en la agenda verde global, impulsada por figuras como Kamala Harris, George Soros, BlackRock, y Bill Gates, y un fortalecimiento de la industria petrolera estadounidense.
Resumen:
La COP29 en Bakú está al borde del colapso debido a la oposición de países vulnerables y a la resistencia de Arabia Saudita y Rusia a recortar el uso de combustibles fósiles, lo que refleja la lucha geopolítica entre el G-7 y el BRICS+.
La administración Biden, a pesar de su retórica climática, había frenado su agenda verde antes de las elecciones, con la renuncia de John Kerry como enviado especial para el clima.
La victoria de Trump, impulsada por su promesa de reducir la inflación a través de la disminución del costo de la energía, marca un triunfo para las trasnacionales petroleras estadounidenses.
Trump ha nominado a figuras clave en el sector energético para puestos importantes en su gobierno: Chris Wright (Departamento de Energía), Doug Burgum (Departamento del Interior), y Lee Zeldin (Agencia de Protección Ambiental). Doug Burgum es considerado un "zar de la energía" que aboga por la independencia energética de Estados Unidos.
La nominación de estos individuos, que promueven la expansión de la producción de hidrocarburos y la reversión de las políticas climáticas de Biden, anticipa una batalla legal entre el grupo petrolero republicano y el grupo climático demócrata.
Chris Wright, CEO de Liberty Energy, una empresa dedicada al fracking, es considerado por Trump como una figura clave en la transformación del mercado energético global.
Jalife-Rahme critica el enfoque maniqueo y la falta de adaptabilidad creativa en el debate sobre el cambio climático.
Conclusión:
El texto de Jalife-Rahme presenta una perspectiva crítica sobre la política climática global, argumentando que la victoria de Trump representa un giro significativo hacia la priorización de los intereses de la industria petrolera estadounidense por encima de las preocupaciones ambientales. El autor destaca la dimensión geopolítica de este conflicto, mostrando cómo la lucha por el control de los recursos energéticos está en el centro del debate sobre el cambio climático. La conclusión subraya la necesidad de un enfoque más matizado y adaptable en la búsqueda de soluciones para el cambio climático, más allá de la polarización ideológica.
